viernes, 3 de enero de 2014

La Inmolación de la escuadra española en Santiago de Cuba

3 de Julio de 1898

LA INMOLACIÓN DE LA ESCUADRA ESPAÑOLA EN SANTIAGO DE CUBA

Gustavo Placer Cervera[i]

La batalla naval del 3 de julio de 1898, frente a Santiago de Cuba, fue uno de los acontecimientos más importantes de la guerra hispano-cubano-norteamericana. Ese día, hace 115 años, en horas de la mañana, el almirante Pascual Cervera y Topete, al frente de su escuadra, salió de Santiago de Cuba forzado por el Gobierno español a una inmolación tan anunciada como innecesaria. Aquellos marinos que antepusieron el cumplimiento del deber a toda otra consideración marcaron un hito de sacrificio y heroísmo. Ponderando esa conducta ha expresado el General Ejército Raúl Castro: “Le ordenaron el suicidio. Quizá por eso el almirante y sus hombres se vistieron de gala aquella mañana[ii].
La denominada Escuadra de Operaciones de las Antillas había llegado a  Santiago de Cuba el 19 de mayo, culminando así la primera etapa de una odisea que terminaría en desastre. Encabezaba la formación el crucero acorazado Infanta María Teresa, le seguían los también cruceros acorazados Almirante Oquendo,Vizcaya y Cristóbal Colón, y los destructores Furor yPlutón.
Era Cervera un hombre de 58 años de edad, con ya cerca de 40 como oficial. Durante su carrera había ocupado cargos de responsabilidad creciente. Por su experiencia y conocimientos gozaba de gran prestigio profesional y se le consideraba el más capaz de los almirantes españoles.
Preocupado desde mucho tiempo antes por la situación político militar de España y la manifiesta agresividad de los Estados Unidos, así como el posible papel a desempeñar por las marinas en el conflicto que veía aproximarse, el experimentado marino español se dirigió en varias oportunidades a las instancias superiores de la Armada española y el gobierno, para advertirles sobre la peligrosa situación que se avecinaba. Así, el 26 de febrero de 1898, en carta el Ministro de Marina, diría en tono tajante: “…. me pregunto si me es lícito callarme y hacerme solidario de aventuras que causarán si ocurren, la total ruina de España, y todo por defender una isla que fue nuestra y ya no nos pertenece, porque aun cuando no la perdiésemos de derecho con la guerra la tenemos perdida de hecho, y con ella toda nuestra riqueza y una enorme cifra de hombres jóvenes, víctimas del clima y de las balas, defendiendo un ideal que ya sólo es romántico…
Pero ningún razonamiento pudo variar los propósitos del gobierno y el alto mando español, y los buques de guerra comenzaron a desplegarse. El 22 de abril los norteamericanos establecieron el bloqueo a Cuba, iniciando, de hecho, las hostilidades. El 25 la guerra era declarada oficialmente. El 28, urgida por el Ministro de Marina, la escuadra de Cervera salía de Cabo Verde y ponía proa a las Antillas iniciando así su vía crucis.
La capacidad combativa y condiciones técnicas de los buques españoles distaban bastante de ser adecuadas. El más moderno de ellos, el Colón, carecía de su artillería principal. Tres de los cruceros tenían defectos en los cañones principales y las municiones de las otras piezas no estaban en buenas condiciones. Tampoco las máquinas estaban bien.
Tan pronto tuvo conocimiento de la salida de los buques mandados por  Cervera, la Marina norteamericana tomo medidas para localizarlo e interceptarlo. Los principales buques estadounidenses, -muy superiores a los españoles en número, desplazamiento, artillería, blindaje y condiciones técnicas- fueron agrupados  en dos grandes escuadras y se situó exploración sobre las posibles rutas que podría seguir.
Los buques españoles atravesaron el Océano Atlántico con no pocas dificultades. Imposibilitado de obtener carbón en la colonia francesa de Martinica, Cervera optó por dirigirse a Curazao, donde esperaba encontrarse con un barco carbonero, pero al llegar a dicha isla sus esperanzas se vieron frustradas, y además el gobernador holandés autorizó la permanencia allí de sólo dos buques durante 48 horas y recibir hasta 600 toneladas de carbón. Estas recaladas delataron la posición de la escuadra y pusieron en sobreaviso a los norteamericanos. Cervera optó entonces por dirigirse a Santiago de Cuba.
La decisión, tomada en tan dramáticas circunstancias, tuvo consecuencias trascendentales y selló el destino de la escuadra, que se tornó trágico. El gobierno estadounidense conoció casi de inmediato, a través de una red de espías, la presencia de la escuadra española en Santiago pero no fue sino el 29 de mayo, diez días después, que la Marina confirmó la noticia.
A partir de ese momento, las unidades navales norteamericanas se concentraron en una sola fuerza y establecieron un férreo bloqueo de la bahía santiaguera. Por si esto fuera poco, en Santiago de Cuba no había existencias del abastecimiento que la escuadra necesitaba y la ciudad estaba sitiada por tierra por las fuerzas del Ejército Libertador de Cuba a las órdenes del General Calixto García.
Días después, con la decisiva cooperación de las fuerzas cubanas, tropas estadounidenses desembarcaron al este de Santiago y avanzaron sobre la capital oriental. El 2 de julio, después de los combates de El Caney y las Lomas de San Juan y del avance de las tropas cubanas por el oeste, se estrechó el cerco a la ciudad. Tanto al gobierno de Madrid como a su representante en La Habana, el Capitán General Ramón Blanco, les preocupaba que la escuadra fuera capturada en la bahía lo cual –decían- pondría en entredicho el honor de la Metrópoli. Cervera, por su parte, había propuesto en varias ocasiones emplear el personal y armamento de sus buques en la defensa terrestre de la ciudad, donde tenían la posibilidad de oponer una tenaz resistencia. Estas propuestas fueron rechazadas y se le ordenó salir.
En esas circunstancias, el almirante y los comandantes de sus buques, a sabiendas de que no podrían entablar combate, trataron de buscar la manera de reducir las bajas al mínimo posible.
La escuadra estadounidense estaba formada por cuatro acorazados, un crucero acorazado y dos yates artillados, dispuestos en forma de semicírculo a unas 3 ó 4 millas del Morro de Santiago. Los buques españoles tenían, necesariamente, que salir de la bahía en columna e irse enfrentando, uno a uno con todas las unidades del adversario.
El primero en salir fue el crucero Infanta María Teresa, buque insignia de Cervera, que avanzó resueltamente sobre la formación enemiga para atraer sobre sí todo el fuego y permitir la salida de los que venían detrás. Dada su posición, sólo podía disparar con los tres cañones de proa. Contra él podían hacerlo 45 piezas de grueso calibre. Avanzó así durante diez minutos, soportando un terrible castigo, hasta que, incendiado y con cuantiosas bajas, fue lanzado contra la costa para evitar su captura y salvar lo que quedaba de la tripulación.
El segundo crucero en salir, el Vizcaya, y el tercero, elCristóbal Colón, pudieron, gracias al sacrificio delTeresa, ir más lejos. Alcanzados finalmente por sus perseguidores, fueron hundidos. El cuarto crucero en salir, el Almirante Oquendo, corrió igual suerte que elTeresa. Los dos destructores fueron hundidos casi en la boca de la bahía.
El éxito estadounidense, basado en su abrumadora superioridad numérica y tecnológica y en la ventajosa posición táctica, se alcanzó con una sola baja mortal y un herido. Los españoles sufrieron 350 muertos, 160 heridos graves y 1 720 prisioneros. 
Con la destrucción de la escuadra, la moral combativa de los defensores de Santiago se desplomó. La rendición de la ciudad y la entrada en ella de las fuerzas estadounidenses excluyendo a los heroicos mambises de Calixto García fue cuestión de días. El desenlace de la guerra estaba próximo.
En 1998, en vísperas de la conmemoración del centenario de aquellos acontecimientos el Comandante en Jefe Fidel Castro, con la autoridad que le confiere su vasta experiencia como jefe militar hizo una valoración de su significado:
…… creo que una de las páginas más heroicas de la historia de España la escribió la escuadra de Cervera, y la más grande victoria moral (….) Se puede decir que no fue la lucha de una escuadra contra otra; fue la lucha barco por barco, uno tras otro, contra una poderosa escuadra. No combatió la escuadra de Cervera, combatió cada barco de la escuadra de Cervera a medida que salían del puerto, y se enfrentaron a aquella línea acorazada.
Creo que no fue correcta, fue un gran error de la dirección política, la decisión incluso, de enviarla a Cuba, ya declarada la guerra por los Estados Unidos, en la forma en que la enviaron. (&hellip  Hay mucho de que hablar sobre eso, que no se ha dicho. Hay que recordar aquella batalla como una victoria del honor y del heroísmo, incluso de la disciplina, pudiera decirse del espíritu de la disciplina, al cumplir aquella absurda orden. Sin embargo, entendiendo que era ese su deber la cumplieron hasta el final.[iii]




[i] Capitán de Fragata (R), Doctor en Ciencias Históricas. Miembro de Número de la Academia de la Historia de Cuba.
[ii] Conversación del General de Ejército Raúl Castro Ruz con familiares del Almirante Pascual Cervera en el Morro de Santiago de Cuba el 25 de marzo de 2005. (Tomado del artículo José Cervera Pery “El almirante Cervera vuelve a Cuba”, publicado en la Revista General de Marina (España), mayo de 2005, pp. 747-749). Ver también periódico Granma del 26 de marzo de 2005, página 1.
[iii] Fragmentos de la entrevista concedida por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz a la prensa extranjera, después de la conferencia magistral del ministro de Industrias de España, efectuada en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 23 de junio de 1998(Tomado del periódico “Granma” del 26 de junio de 1998, página 3).




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